La produtilización, la práctica colaborativa, comunitaria, de creación de contenido, no define un proceso de producción convencional orquestado y coordinado desde una oficina central, que se dirige de una manera más o menos ordenada hacia su conclusión prevista (la realización de un producto acabado), sino que constituye un proceso inconcluso y siempre en curso de creación y recreación de contenidos que, en ocasiones, puede bifurcarse para explorar diversas vías potenciales de desarrollo simultáneo. Es un proceso continuo de remezcla y reescritura del legado previo, en busca de nuevas posibilidades, cuyas realizaciones son objetos digitales que se asemejan a los palimpsestos medievales: textos con múltiples capas que todavía llevan consigo las huellas de diversas generaciones de amanuenses cuyos esfuerzos sucesivos nos han conducido hasta el punto en el que ahora nos encontramos.
Axel Bruns, Distributed Creativity: Filesharing and Produsage, 2010.