El Macba en Internet: aciertos y desaciertos

Los museos de arte son instituciones conservadoras por definición. Tradicionalmente, su función ha consistido en definir qué productos culturales merecen preservarse y, al mismo tiempo, ofrecer las condiciones materiales adecuadas y los marcos conceptuales pertinentes para garantizar su preservación efectiva. Cuando un objeto entra a formar parte de las colecciones del museo, es sustraído del tiempo presente para entrar en el pasado. Deja de pertenecer al mundo actual para convertirse en legado.

Por más que se empeñen en evitarlo, los museos suelen dirigir su mirada hacia el tiempo pretérito. Quizá por ello, sean de las instituciones que se han mostrado menos propensas a adaptarse a las transformaciones traídas consigo por las tecnologías digitales de comunicación. Durante mucho tiempo, los museos parecieron ignorar que Internet estaba modificando de una manera radical las relaciones entre las instituciones y las personas y continuaron comportándose como unas entidades herméticas, jerárquicas e impermeables al exterior.

Ya sea guiados por una sincera voluntad de apertura o forzados por las circunstancias, algunos museos han comenzado a diseñar estrategias para adaptarse a las nuevas reglas que rigen la sociedad hiperconectada. Es el caso del Museu d’Art Contemporani de Barcelona (Macba) que, en tiempos recientes, se ha valido de las posibilidades ofrecidas por Internet para crear nuevos canales de comunicación e interacción con sus usuarios y para lograr que su impronta trascienda los límites de su sede física.

De forma significativa, algunas de las iniciativas tomadas por el Macba para potenciar su presencia digital tienen un trasfondo legal. Con acierto, el museo barcelonés ha promovido la utilización de licencias creative commons para los materiales que publica, con el objetivo de adaptarse a la lógica de la compartición y la distribución viral inherente a la red. En contraste con muchas otras instituciones y con no pocos creadores, inútilmente obsesionados por impedir que sus trabajos se reproduzcan y se distribuyan en Internet, el Macba ha optado por favorecer la circulación y la difusión de los materiales de su propiedad.

Esta actitud es coherente con otra de la iniciativas de la institución barcelonesa: la publicación de una parte de su archivo fotográfico en Flickr. De esta forma, el Macba deslocaliza sus archivos y recurre a un canal ajeno para aumentar la visibilidad de sus fondos y, en el caso de las imágenes con licencias creative commons, para facilitar su distribución y su uso. La utilización de Flickr como aparador, puede parecer un gesto tópico y nimio, pero lo cierto es que es una forma tremendamente eficaz para difundir los fondos del museo y, lo que es más importante, para que los usuarios de Internet les otorguen nuevos significados mediante la etiqueta, el comentario, el pie de foto y la recontextualización. Al recurrir a este sitio, el museo pone sus fondos a disposición infinidad de individuos que, de acuerdo con sus intereses y visiones de la realidad, añaden conocimiento a las imágenes, les otorgan nuevos usos y, en el mejor de los casos, desencadenan la serendipia.

Ahora bien, ya que el Macba se ha animado a difundir sus fondos gráficos en Flickr, lo lógico sería que también comenzase a publicarlos de forma sistemática en Wikimedia Commons, un repositorio libre, tremendamente popular y que, a diferencia del portal de Yahoo!, no tiene un carácter comercial.

Sin embargo, favorecer la diseminación de los contenidos producidos por el Macba no es la única estrategia empleada para aumentar la presencia del museo en Internet. Los recursos utilizados son variados y abarcan desde presencia del museo en redes sociales como Facebook o Twitter hasta proyectos de radio por Internet.

Recorridos es, sin duda, el proyecto para Internet más ambicioso de la institución barcelonesa. Presentado a mediados de enero, como parte de la nueva web del Macba, es una aplicación que permite a los usuarios elaborar sus propias exposiciones virtuales a partir de las colecciones del museo y añadir información contextual sobre las piezas que forman parte de ellas. Curiosamente, es una herramienta no demasiado distinta a la que yo mismo proponía en un artículo publicado en a*desk hace algunos meses.

Resulta encomiable que el Macba busque crear nuevas vías de interacción con sus usuarios más allá de las trilladas redes sociales y que de, alguna forma, permita que individuos ajenos a la institución otorguen sentido a sus piezas y sus colecciones. La idea es buena, pero, desafortunadamente, la manera de resolverla es más bien decepcionante. Lo que podría ser una aplicación útil no únicamente como un instrumento para aproximar de una manera lúdica los fondos del museo al público en general, sino también como recurso pedagógico y como herramienta de trabajo para investigadores y curadores, se convierte en una aplicación más bien chata y anodina, que provoca frustración en el usuario por las limitaciones que le impone.

En realidad, el punto más débil de Recorridos no reside en la aplicación en sí sino en el estado de inacabamiento en el que se encuentran las colecciones digitales del Macba. El principal problema con el que se encuentran los usuarios que desean elaborar sus exposiciones virtuales –los llamados “recorridos” que dan nombre a la aplicación– es que la gran mayoría de los fichas de las obras alojadas en la web del museo poseen muy poca información. En general, las fichas no ofrecen más datos que las características técnicas de las obras. En muy pocos casos, nos ofrecen información contextual que nos ayude a comprenderlas y, aún en menos ocasiones, incluyen imágenes que nos permitan contemplarlas. Esto provoca que la elaboración de los recorridos virtuales, lejos de presentarse como una actividad atractiva, se convierta en un ejercicio improductivo y tedioso, incluso para un especialista. Cuando el usuario intenta organizar su exposición virtual, se encuentra consultando áridos listados de obras y artistas, que carentes de información, no hacen más que desorientarlo. Al final, se acaba dando la situación absurda de que deba recurrir a Google para obtener la información y las imágenes que la propia web del Macba le niega.

¿Qué sentido tiene ofrecer al usuario una aplicación para interactuar con los fondos digitales del museo si no se le permite acceder a dichos materiales de forma adecuada? Si de lo que se trata de promover el conocimiento de las colecciones del museo –aquello que, al fin y al cabo, otorga sentido a la institución–, lo lógico sería garantizar la solidez de la información ofrecida sobre ellas, antes de ponerla a disposición del usuario. Es una norma dictada por el sentido común, que se acaba pasando por alto.

Otro de los problemas de Recorridos es que no asume que la red tiende a disolver las barreras materiales y conceptuales existentes en el mundo físico y a trastocar las jerarquías entre las cosas. En la red, los límites que separan el adentro y el afuera tienden a difuminarse. Por este motivo, resulta chocante que la aplicación del Macba no permita combinar las obras del museo con materiales ajenos a él. Si la web se caracteriza por su capacidad para fomentar las conexiones entre contenidos, no parece demasiado lógico desarrollar un proyecto que se mantenga aislado del resto de materiales alojados en ella. Interesante de verdad sería dar la oportunidad a los usuarios para que hicieran dialogar los fondos del museo con la gran diversidad de materiales que se producen fueran de él. Sería un magnífico mensaje que, pondría en evidencia, la voluntad de acabar con el ensimismamiento que tradicionalmente ha caracterizado a los museos.

El temor a la apertura va de la mano con la prevención a otorgar un verdadero control al usuario sobre lo que sucede en la web. En este sentido, resulta significativa la falta de un sistema de reputación que permita conocer la opinión de los usuarios sobre los recorridos publicados y que permita destacar los contenidos más populares. Sería interesante que, mediante un sistema de botones como los existentes en casi cualquier entorno de web social, la gente pudiese destacar los recorridos que más le interesan, contribuyendo así a otorgar mayor visibilidad a los contenidos más populares.

En estos momentos, en la página de portada aparecen destacados tres recorridos seleccionados por el propio el museo –de acuerdo con unos criterios que no se hacen explícitos en ningún sitio– junto a los tres más visitados a lo largo del mes. Resulta hasta cierto punto comprensible que el museo se reserve el derecho de seleccionar los recorridos que considere más destacados; lo que no resulta tan evidente es que el número de visitas que reciben los distintos recorridos sea que el criterio más conveniente para elaborar una clasificación. Después de todo, podemos visitar un recorrido, pero eso no significa que nos acabe gustando; de la misma manera que muchas veces nos acercamos a un museo para ver una exposición que, al final, consideramos que es mala.

Esta distorsión se ve acentuada por el hecho de que el usuario tampoco puede saber el número de visitas recibidas por cada recorrido, por lo que no puede hacerse una idea de la difusión o la relevancia pública que han tenido cada uno de ellos. No se acaba de comprender por qué se niega a los usuarios esta información, a menos que la razón tenga que ver con el temor a que los contadores de visitas muestren unas cifras de visitas que puedan parecer decepcionantes.

En última instancia, Recorridos parece un esbozo, una versión alfa, de lo que debería ser. Es como si, por urgencia o apresuramiento, el proyecto se hubiera hecho público cuando aún estaba en fase de maduración. Para utilizar un imagen procedente del mundo de los átomos, es como si los curadores del Macba hubieran decidido inaugurar una exposición con las salas del museo preparadas y con las cédulas de obra pulcramente colocadas en su sitio, pero sin haber desembalado las obras. Es probable que esta exposición que nos imaginamos fuese potencialmente interesante, pero la falta de obras la haría incomprensible.

Puede suceder que Recorridos –de, entrada, una buena idea– no acabe de cuajar, debido a sus carencias. Sería una verdadera lástima. En cualquier caso, no es un buen síntoma que los museos tiendan a mostrar menor rigor con sus proyectos digitales que con los realizados en sus espacios físicos. Parece como si sus responsables no acabaran de comprender que hace ya un buen tiempo que las redes digitales de comunicación son una realidad consolidada. Es como si aún no hubieran cobrado plena conciencia de que los usuarios de Internet están habituados a moverse en un territorio en el que abundan las aplicaciones atractivas, funcionales y desarrolladas con elegancia. Es como si todavía no asumieran que la competencia en la red es encarnizada, por lo que si un individuo se encuentra con una aplicación que no le acaba de satisfacer, la abandonará para experimentar con otra, sin pensárselo dos veces. En Internet, los viejos privilegios han desaparecido. Esto significa que, si los museos no son capaces de ofrecer unos materiales útiles y atractivos para sus usuarios, corren el peligro de acabar siendo abandonados por ellos.

Acerca de Eduardo Pérez Soler

Reparto mi tiempo entre la curaduría, la crítica de arte y la edición de publicaciones multimedia. He publicado numerosos artículos y reseñas de arte en revistas como Lápiz, Artes de México y a*desk, entre otras. También he curado diversas exposiciones, entre las que se pueden citar Sublime artificial (La Capella, Barcelona, 2002), Imatges subtitulades (Fundació Espais, Girona, 2003) y Processos Oberts (Terrassa, 2007). Formé parte del equipo de dirección de 22a, uno de los más importantes espacios expositivos independientes de la Barcelona del cambio de siglo. Tras trabajar varios años como editor en un gran grupo editorial español, ahora me he embarcado en la creación de Books and Chips, una empresa centrada en la concepción y desarrollo de tecnologías sociales para la educación y la cultura.
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5 respuestas a El Macba en Internet: aciertos y desaciertos

  1. J Swartz dijo:

    Primero, de acuerdo con la crítica sobre el modelo cerrado. Si MACBA piensa que nosotros vemos su colección como hecha y redonda donde no caben obras en el discurso, tiene que reconsiderar la idea de investigar con independencia. Yo haría un recorrido de sus muchísimas lagunas, muchas de ellas el resultado de dogmas inecesarios a la hora de construir los fondos.

    Y después: «Es como si, por urgencia o apresuramiento, el proyecto se hubiera hecho público cuando aún estaba en fase de maduración.» Exactamente, como muchos contenidos de hecho expuestos en las salas (tengo algunos ejemplos en mente), esbozoso como dices tu de investigaciones parciales. Una cosa es insinuar poéticamente, que sabe hacer Marí muy bien en el MACBA, pero lo que falta es rigor y investigación, lo que le interesa menos. A nivel investigativo parece que tienen la lengua fuera, por qué nadie se dedica a investigar bien. Y así acabamos con expresiones de intenciones y deseos, mientras el director critica a los académicos por no investigar bien. ¿En qué quedamos?

    • Jeffrey, hago dos apuntes más a partir de tus comentarios:

      Los museos suelen ser instituciones cerradas y el Macba tiene fama de serlo particularmente (si esta fama es merecida o no, es otra cuestión). Y, ¿qué sucede con las instituciones tradicionalmente cerradas? Pues, que le tienen una desconfianza tremenda a sus públicos (o a sus usuarios, si se les quiere llamar así). A mí me da la sensación de que Recorridos trasluce esta desconfianza. El Macba se siente obligado a crear herramientas participativas porque así lo dicta la moda de la web 2.0, pero, en el fondo, sus responsables tampoco quieren que la gente participe demasiado: no vaya a ser que la cosa se desmadre. Por eso, es mejor que los usuarios no tengan demasiada libertad para trabajar u opinar ni demasiada información sobre la actividad que genera la web. Desde mi punto de vista, el problema de fondo de Recorridos es que es una aplicación tan acotada y tan poco transparente que lo que hace es inhibir las ganas de utilizarla.

      Por otro lado, no voy a entrar a hablar de las exposiciones “físicas” del Macba. Sin embargo, hablaré un poco más de Recorridos como aplicación. En la entrada de mi blog ofrecí tres pinceladas apresuradas sobre el proyecto y tampoco entré al detalle. Sin embargo, si te entretienes un rato utilizando la aplicación, verás que adolece de algunos problemas de usabilidad que provocan que su manejo sea exasperante. Eso es un problema, porque los usuarios de Internet son cada vez más exigentes, de manera que si no se sienten demasiado cómodos utilizando una aplicación, la abandonan sin más.

      Sin embargo, tampoco quiero ser injusto con la gente que concibió Recorridos. A mí, la aplicación me parece una buena idea. Además, soy bien consciente de que es muy difícil sacar adelante proyectos innovadores –sobre todo si tienen que ver con las nuevas tecnologías– en instituciones de las dimensiones y las características del Macba. Las trabas legales, el software, la propiedad intelectual, los medios técnicos, los costes de producción: son demasiados los obstáculos con los que hay que lidiar y eso, a menudo, acaba desvirtuando los proyectos.

  2. Hola,

    Ante de todo, muchas gracias por tu profundo análisis. Se trata de un proyecto coral del Museo, en el que muchas voces han intervenido y en el que el equipo web ha invertido prácticamente toda su energía a lo largo de más de un año, con lo que agradecemos una mirada desde fuera, crítica y honesta. Queremos, eso sí, apuntar algunos comentarios sobre ciertos aspectos que nos parecen clave en el análisis que haces.

    Respecto a los Recorridos, hay un concepto importante que creemos que quedó de alguna manera desvirtuado en tu análisis: los Recorridos no son colecciones de obras, sino colecciones de todo tipo de objetos que conforman el patrimonio digital del museo. Esto es quizás el punto más interesante de la herramienta, ya que pone en un mismo plano obras, exposiciones, audio, publicaciones, vídeos, ensayos, etc. Ahora bien, estamos totalmente de acuerdo que hay una labor muy importante de documentación que queda por hacer. Este trabajo ya está en marcha y, a parte de algunas nuevas funcionalidades, ha sido, es y será una de nuestras prioridades.

    Entre las nuevas funcionalidades estamos precisamente trabajando en abrirnos a la red, tal como apuntas. El usuario pronto tendrá la posibilidad de crear un objeto de tipo “enlace externo” y añadirlo a sus Recorridos, lo cual le permitirá descubrir relaciones con cualquier material externo a la web del MACBA.

    Justo antes del lanzamiento, trabajando con el equipo de Omatech y Todojunto y valorando todo lo que aún nos queda por hacer, salió un comentario que al parecer es muy común entre los desarrolladores web y con el que nos sentimos muy identificados. Era algo así como “si en el lanzamiento de una web todo está listo, es que has esperado demasiado”. Lo decimos en el sentido de que una web de esta dimensión es un proyecto en permanente proceso, y la verdad es que si nos esperáramos a tener el patrimonio del museo documentado en su totalidad probablemente no la llegaríamos a publicar nunca. En este sentido creemos que la web puede incluso ser un elemento catalizador, un precursor de dinámicas que nos permitan crear un museo más abierto y transparente. Tal como lo ha sido tu análisis.

    Saludos,
    El equipo web del MACBA

    • Amigos del Macba,

      Antes que nada, os quisiera agradecer el detalle de haber venido a este blog a responder a algunas de las cuestiones tratadas en mi texto. Creo que es un gesto elegante, que demuestra una clara voluntad de hacer bien las cosas.

      He intentado ser muy honesto a la hora de escribir la entrada de mi blog, pero creo que no siempre he conseguido ser suficientemente profundo y riguroso. Es una omisión por mi parte el no haber dejado claro que los recorridos son colecciones de materiales diversos y no solo de obras. Es un matiz importante y lo reconozco.

      Estoy completamente de acuerdo con vosotros en que los proyectos web son works in progress permanentes. Vivimos en un perpetuo estado beta. Y solo si las cosas van bien, los proyectos continúan evolucionando. Ojalá que sea el caso de Recorridos, porque –no me canso de repetirlo– creo que es una buena idea y su éxito sería una buena noticia para todos los que, de alguna manera, nos interesa la creación.

      Por otro lado, aprovecho la oportunidad para puntualizar que la entrada de mi blog no debe ser entendida como una desaprobación al trabajo de vuestro equipo. En lo personal, creo que la labor del Macba en Internet tiene muchos aspectos positivos –señalé algunos en mi texto– y algún flanco débil. En realidad, mi entrada debe ser entendida como parte de un diálogo que nos permite mejorar, tanto a vosotros como a mí.

      Muchos saludos.

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